09 enero 2006

Castigos humanos... y divinos

Sancionan a un teniente general por decir que el Ejército intervendrá en caso de que el Estatut de Catalunya ponga en peligro la unidad de España. Me gustaría saber cómo, pues semejante crimen sería esperable de una declaración de independencia, no de un Estatuto de Autonomía. Pero en el ámbito de lo castrense, como en el de la teología, una cosa puede ser a la vez ella misma y su contraria.



Más interesantes me parecen las reacciones de ciertos grupos, como los cristiano-fascistas de HO, que, lejos de censurar la intromisión cuartelera en la vida política, piden la cabeza del jefe de la cúpula militar que ha sancionado al espadón, y para colmo se dedican a enviarle cartas al Rey para que se implique en el asunto. Pero como el Rey no puede actuar sin el correspondiente refrendo del Gobierno, estos necios esperan en balde. Les recomendaría que leyeran más a menudo la Constitución que con tanta vehemencia dicen defender, pero de la que demuestran una absoluta ignorancia.

Otra reacción interesante ha sido la de Mariano Rajoy. Según él, si estas cosas pasan, alguna responsabilidad tiene el Gobierno. Vaya un razonamiento el del jefe de la oposición, poner la sospecha en quien sufre la afrenta. Por ejemplo, si al Miserable Acebes un día de estos le pegan una paliza en la calle, ¿debemos sospechar que se lo ha buscado él solito? Vaya, pues ahora que lo pienso, creo que en este caso en particular el señor Rajoy no andaría muy errado.

Para castigos, el que le ha caído a Ariel Sharon. Un telepredicador norteamericano, Pat Robertson, afirma que sus infartos son un castigo divino por pactar la paz con los palestinos. Vaya, esto sí que es gratificante: que los cristianos saquen a la luz la verdadera naturaleza de su estúpida superstición. Este Pat Robertson se hizo mundialmente famoso por pedir el asesinato de Hugo Chávez y es uno de los fundadores de una organización de ultraderechistas conocida como la Coalición Cristiana. Con sus campañas y sus muy abundantes recursos económicos intentan meter mano en todos los campos del poder. Un modelo de lobbying que ha tenido éxito en Estados Unidos y que la secta católica trata de implantar en España. A la vista están las numerosas organizaciones que se cobijan detrás de cada una de las últimas campañas contra el Gobierno socialista: foro de la fachafamilia, e-cristians, profesionales por la ética (católica, por supuesto; ¿acaso hay otra?), instituto de política familiar, hazteoir, CONCAPA y las innúmeras asociaciones antiabortistas que operan perfectamente coordinadas. Todas con un tufillo a sacristía que echa para atrás.

Una estrategia muy inteligente la de usar a estos lacayos con el cerebro bien lavado. Así los clérigos, como buenos profesionales del timo, se mantienen al margen dedicados a sus labores de adoctrinamiento y recaudación. Bueno, no siempre: algunos cargan sobre sí la penosa tarea de patearse la calle rodeados por el vulgo. Afortunadamente, hay quien se da cuenta de esta táctica rastrera y llama a las cosas por su nombre (siempre genial Dawkins).



En fin, que las malditas fiestas del nacimiento del charlatán ya se han pasado, por fortuna. Ahora nos enfrentamos a los efectos de la ley antitabaco. Sinceramente, yo hubiera tirado por la vía italiana y habría prohibido el fumeteo en todo establecimiento público. Pero incluso con esta ley descafeinada aún hay quien se queja. No se terminan de enterar: nos importa un bledo que sigan fumando; lo que no queremos es que nos hagan partícipes a los demás de sus efluvios cancerígenos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hay dos cosas que son infinitas, el universo y la estupidez de algunos exponentes de la raza humana. De lo primero pueden caber dudas, en cuanto de lo segundo con la forma de expresarse el Generalufo, Rajoy el mediocre, los cristiano-fachas de Ho y el pastorzuelo Robertson; queda confirmado.

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