Padre nuestro que no estás en los cielos,
sino en la fantasía de curas, monjas
y en todos los crédulos de este mundo.
Sea olvidado tu nombre
y venga el reino de los ateos.
Hágase nuestra voluntad
tanto aquí como en el resto del mundo.
Danos hoy nuestro pan de cada día
y todos los demás frutos de la tierra.
Concédenos la libertad
de pensar lo que nos apetezca
y de decidir sobre nuestras acciones,
como también nosotros lo concedemos a los demás.
Indúcenos a caer en la tentación
de todos los placeres de este mundo.
Y líbranos del papa, del Vaticano, de la COPE,
de los cardenales, obispos y de todos los curas.
Porque ni tienes el reino, ni el poder ni la gloria
ni ahora ni nunca y así por toda la eternidad.
El original del "padre nuestro del ateo" ha sido escrito en italiano por Francesco Cucurachi.
27 noviembre 2005
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