"Actualmente, como en los siglos anteriores, personas o grupos quisieran falsificar la palabra de cristo y retirar sus verdades al evangelio."
"Según estas personas, esa verdad es demasiado incómoda para el hombre mderno. Se trata de crear la impresión de que todo es relativo y que incluso las verdades de la fe dependerían de la situación histórica y de la evaluación humana."
Pero, como siempre, usted tiene la admirable capacidad de asombrar incluso al más impávido de los observadores. Ya que estaba en la patria del execrable Wojtyla, dijo a colación de los crímenes del nazismo:
"Conviene no erigirse con arrogancia en juez de las generaciones precedentes, que vivieron en otros tiempos y en otras circunstancias. Es necesaria una humildad sincera para no negar los pecados del pasado y no caer en fáciles acusaciones en ausencia de pruebas reales o ignorando las diferentes circunstancias de la época."
Pero ser la cabeza de una institución como la secta católica es difícil. Hay que aparentar que se busca hacer el bien, aunque para ello sea necesario negar obtusamente los males causados en el pasado (o los del presente). Así que Ratzinger tuvo que hacer de tripas corazón y visitar el complejo de internamiento y exterminio de Auschwitz-Birkenau. Unas lagrimitas por aquí y otras por allá; un saludo a los supervivientes, una caricia, una palabra amable... gestos emotivos para las cámaras, signos de amistad para el pueblo judío, cuyo moderno Estado de Israel tiene el control de los "santos lugares" (no vaya a ser que les dé por hacer excavaciones y saquen los huesos de Yeshu del estercolero donde lo escondieron sus discípulos para mantener su abominable mentira).
Allí ha sido donde Ratzinger ha tenido el descaro de proclamar que Hitler quería matar al mismísimo Yahvé, a través de los judíos. ¿Y ustedes no se dieron cuenta? ¿En qué pensaba Pío XII cuando firmaba el concordato con los nazis? ¿No hubo ningún cura de esa tupida red de parroquias y conventos que tienen ustedes en Alemania y Polonia que les dijera lo que estaba pasando? ¿Ningún nazi acudió al confesonario con el terrible secreto del exterminio? ¿No será, más bien, que su secta prefirió cerrar los ojos a la matanza de sus viejos y pertinaces adversarios teológicos (pro iudaeis... pro illius obcaecatione), pruebas vivientes de la estulticia y falsedad del cristianismo, ante la perspectiva de participar de las magras tajadas que repartían los nazis entre su clientela?
¿Es que a Ratzinger se le ha olvidado lo de "gott mit uns"? Pues nunca en la historia han sido utilizadas esas palabras apostólicas (cf. Romanos 8, 31) más en consonancia con la enfermiza mente de quien las escribió. Y ustedes lo sabían. Usted, Ratzinger, predicador de la nada, estafador de las conciencias, lo sabe. Pero no importa: siga simulando que su secta está en este mundo para hacer el bien. Muchos incautos van a seguir creyéndoselo.
