29 mayo 2006

Las "verdades" del evangelio

Es de agradecer que la secta católica tenga un caudillo como Ratzinger, porque las noticias que proporcionan sus declaraciones son siempre jugosas. Las últimas, durante su visita a un país de cuyo nombre no quiero acordarme:

"Actualmente, como en los siglos anteriores, personas o grupos quisieran falsificar la palabra de cristo y retirar sus verdades al evangelio."

Oiga, ¿y qué verdades son esas? Se lo pregunto pero anticipándole que lo va a tener difícil si intenta usted convencerme de que su "salvador" Yeshu ben Pantera resucitó al tercer día y subió a los cielos en cuerpo y alma para volver al final de los tiempos. Antes me parecen más razonables los desvaríos de Dan Brown en El Código Da Vinci que todas las sutiles composiciones teológico-charlataneras del cristianismo.

"Según estas personas, esa verdad es demasiado incómoda para el hombre mderno. Se trata de crear la impresión de que todo es relativo y que incluso las verdades de la fe dependerían de la situación histórica y de la evaluación humana."

Caray, Ratzinger, comprenda usted que lo de nacer de una madre virgen y de un dios se llevaba mucho en la Antigüedad, pero actualmente está un poco pasado de moda. Sobre todo porque los dioses ya no tienen la costumbre de visitar a los hombres tan a menudo de como lo hacían en la época en la que se formaron las religiones "reveladas". Eso, entiéndalo, supone un serio problema a la hora de aproximarse a sus mitos jesuseros. Además, ¿por qué quedarnos sólo con el relato de las andanzas del galileo charlatán y no aceptar como válidas las Metamorfosis de Ovidio o la Teogonía de Hesíodo, por ejemplo? ¿Renuncia usted a las verdades de la religión pagana, que ya era milenaria cuando apareció su secta de nuevo cuño predicando las bobadas que al histérico Shaúl de Tarso se le ocurrían tras cada brote de locura? ¿No le da vergüenza, Ratzinger, caer en un relativismo tan abyecto?

Pero, como siempre, usted tiene la admirable capacidad de asombrar incluso al más impávido de los observadores. Ya que estaba en la patria del execrable Wojtyla, dijo a colación de los crímenes del nazismo:

"Conviene no erigirse con arrogancia en juez de las generaciones precedentes, que vivieron en otros tiempos y en otras circunstancias. Es necesaria una humildad sincera para no negar los pecados del pasado y no caer en fáciles acusaciones en ausencia de pruebas reales o ignorando las diferentes circunstancias de la época."

¡Hay que tener caradura! A la hora de enjuiciar las "verdades" evangélicas no puede uno dejarse llevar por el espíritu de los tiempos actuales, mientras que para examinar las complicidades criminales, cuando no directamente las atrocidades cometidas por la secta católica a través de los siglos, hay que comprenderlas en función de cómo eran los tiempos pasados. Ante esta flagrante prueba de deshonestidad intelectual, poco más se puede alegar.

Pero ser la cabeza de una institución como la secta católica es difícil. Hay que aparentar que se busca hacer el bien, aunque para ello sea necesario negar obtusamente los males causados en el pasado (o los del presente). Así que Ratzinger tuvo que hacer de tripas corazón y visitar el complejo de internamiento y exterminio de Auschwitz-Birkenau. Unas lagrimitas por aquí y otras por allá; un saludo a los supervivientes, una caricia, una palabra amable... gestos emotivos para las cámaras, signos de amistad para el pueblo judío, cuyo moderno Estado de Israel tiene el control de los "santos lugares" (no vaya a ser que les dé por hacer excavaciones y saquen los huesos de Yeshu del estercolero donde lo escondieron sus discípulos para mantener su abominable mentira).

Allí ha sido donde Ratzinger ha tenido el descaro de proclamar que Hitler quería matar al mismísimo Yahvé, a través de los judíos. ¿Y ustedes no se dieron cuenta? ¿En qué pensaba Pío XII cuando firmaba el concordato con los nazis? ¿No hubo ningún cura de esa tupida red de parroquias y conventos que tienen ustedes en Alemania y Polonia que les dijera lo que estaba pasando? ¿Ningún nazi acudió al confesonario con el terrible secreto del exterminio? ¿No será, más bien, que su secta prefirió cerrar los ojos a la matanza de sus viejos y pertinaces adversarios teológicos (pro iudaeis... pro illius obcaecatione), pruebas vivientes de la estulticia y falsedad del cristianismo, ante la perspectiva de participar de las magras tajadas que repartían los nazis entre su clientela?

¿Es que a Ratzinger se le ha olvidado lo de "gott mit uns"? Pues nunca en la historia han sido utilizadas esas palabras apostólicas (cf. Romanos 8, 31) más en consonancia con la enfermiza mente de quien las escribió. Y ustedes lo sabían. Usted, Ratzinger, predicador de la nada, estafador de las conciencias, lo sabe. Pero no importa: siga simulando que su secta está en este mundo para hacer el bien. Muchos incautos van a seguir creyéndoselo.


5 comentarios:

Ñbrevu dijo...

Excelente ejercicio de objetividad hiriente.

Resulta tragicómico que hablen de "verdades" cuando éstas pueden ser rebatidas. Ya sabemos lo acostumbrada que está la Santa Madre a aborregar a sus seguidores sumergiéndoles en el arte de no pensar.

Anónimo dijo...

Estos Papanatas son lo más caradura y repugnante de la historia de la Humanidad y los que les siguen tambien. Todo el mundo sabe que ellos tambien se beficiaron de los campos de concentración y del exterminio judio, el oro y dinero judio fue a para a las arcas del vaticano y que despues de la guerra ellos ayudaron a escapar a militares nazis y sacerdotes nazis hacia Sudamérica, y muchas cosas más. No lo digo yo lo dice la CIA de los gringos.

Anónimo dijo...

Hola.
Muy bueno el artículo.
Aconsejo leer el estudio de MiltonAsh del mismo tema: http://www.elhorror.net/M-benedicto.htm
Está en pdf también.

Saludos
Almudena

Anónimo dijo...

Sí, es cierto que hay que relativizar todos los actos, incluidos los crímenes, en su época y sus connotaciones. Por eso la Iglesia retiró hace cuatro días como quien dice la calificación de pueblo deicida a los judíos; es posiblemente la patraña que más sangre, lágrimas y sufrimiento ha costado a lo largo de la Historia.

Pero falta un paso más: la rehabilitación de Caifás, Anás, Poncio Pilatos, Herodes y demás gente que condenaron o presionaron que se condenara a muerte a un agitador político que se proclamaba, o se dejaba proclamar, Mesías por un lado, e Hijo de Dios, por otro.

Por el mismo crimen habían sido ejecutados no menos de treinta y cinco aspirantes a Mesías, y la condena era totalmente normal para los estándares de la época.

Humanamente comprendo mucho más a Caifás que a la actuación, mil años después, de San Vicente Ferrer, asesino, instigador de asesinatos antijudíos, secuestrador de niños y torturador que, segúin la Iglesia, nos mira desde el cielo

Mikimoss dijo...

"¿por qué quedarnos sólo con el relato de las andanzas del galileo charlatán y no aceptar como válidas las Metamorfosis de Ovidio o la Teogonía de Hesíodo, por ejemplo?"

Pues sí, por no hablar de la concepción virginal de Augusto, narrada así por Suetonio:

"Acia acudió a medianoche a una ceremonia solemne en honor de Apolo e hizo depositar su litera dentro del templo, quedándose luego dormida mientras las demás matronas regresaban a casa: de súbito se deslizó hasta ella una serpiente que se retiró poco después; al despertar, se purificó como si hubiera yacido con su marido, y al punto apareció en su cuerpo una mancha con figura de serpiente que no pudo borrar jamás y que la obligó a renunciar para siempre a los baños públicos; nueve meses más tarde nació Augusto y por ese motivo se le consideró hijo de Apolo (Suetonio: Vida de los doce Césares. El divino Augusto, 94, 4)

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